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El Movimiento de los indignados: de la red a la calle

DOMINGO FERNÁNDEZ AGIS
Articolo pubblicato nella sezione La politica e le nuove tecnologie della comunicazione.
Es necesaria una Revolución Ética. Hemos puesto el dinero por
encima del Ser Humano y tenemos que ponerlo a nuestro servicio. Somos personas, no productos del mercado.
Manifiesto "Democracia Real Ya".

Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir.
Mensaje escrito en la pancarta de un indignado

El 15 de mayo de 2011 marca el inicio del movimiento de protesta de los "indignados", con una concentración en la plaza madrileña de la Puerta del Sol. La convocatoria fue el resultado de un proceso en el que, a través de las redes sociales, un grupo cada vez más numeroso de personas intercambiaban información sobre la situación política y económica del país, así como a propósito de la falta de respuesta institucional a los problemas que los agobiaban desde hacía mucho tiempo. Su eficacia ha sorprendido a quienes consideraban que un movimiento apartidista, pacífico y horizontal no podría jamás movilizar a un fragmento tan considerable de la población y presentarse ante toda ella como defensor de un conjunto coherente de reivindicaciones, mucho más allá de las difusas propuestas de Stéphane Hessel, que constituyeron su inspiración inicial. Por lo demás, como es bien sabido, el Movimiento del 15-M se ha extendido ya por todo el mundo, defendiendo un ideario semejante y realizando similares denuncias, pues las situaciones por las que está pasando una gran parte de la población tienen más similitudes que diferencias. El éxito de la primera jornada de lucha a nivel mundial, organizada por un gran número de colectivos el pasado 15 de octubre, viene a poner en evidencia que la globalidad del movimiento responde a la validez universal de las reivindicaciones que lo inspiran.
Se trata de un movimiento que desborda los límites de las organizaciones políticas tradicionales y que se ha difundido de forma viral, extendiéndose a toda velocidad a través de las redes sociales, creando comunidades virtuales de expresión y discusión, que luego han devenido comunidades reales, ocupando calles y plazas para hacerse visibles, tomando conciencia de su fuerza y obligando a los poderes establecidos a percibir la potencialidad del movimiento. El papel de Facebook y Twitter ha resultado crucial para la comunicación entre los activistas, así como para lograr que sus acciones tengan visibilidad y eficacia. Utilizando tales recursos, se ha conseguido implementar el funcionamiento de las asambleas populares abiertas y las comisiones en las que se han estructurado las labores de los activistas. Por otra parte, frente los esfuerzos desplegados por los indignados en las redes sociales, hemos de recordar que el silencio o la abierta hostilidad fueron las respuestas más habituales de los medios de comunicación, cuando el movimiento empezó a dar sus primeros pasos. Ha sido una vez que éste ha logrado demostrar su fuerza social y la consistencia de sus planteamientos, cuando los medios de comunicación han empezado a prestarles la atención que merecen.
Para comprender el arraigo que el Movimiento del 15-M ha alcanzado ya en la sociedad, es suficiente con contrastar la simpatía creciente que sus reivindicaciones despiertan entre la ciudadanía, con el descrédito incontenible de los políticos y sus organizaciones. Así, en la última encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS. Barómetro de octubre, 2011. www.cis.es), la institución peor valorada en España son los partidos políticos. Estos obtienen una puntuación de 2.76 sobre un máximo posible de 10. Este no es sino un dato, que permite afianzar aún más si cabe lo que es una convicción generalizada entre los españoles: la desafección hacia los partidos políticos va en aumento.
En este contexto, frente a esas organizaciones políticas tradicionales, están surgiendo otras formas de poner en práctica la participación democrática. En ellas el papel de las redes sociales resulta esencial. Quizá el mejor ejemplo de ello lo encontramos en "Democracia Real Ya" (DRY), que toma el lema clave del Manifiesto y se organiza como una plataforma, con el objetivo de planificar, coordinar y llevar a la práctica acciones que permitan redefinir la acción política al margen de las líneas de actuación de los partidos y reaccionando a los abusos de los poderes políticos y económicos. Su slogan más recurrente insiste en poner de relieve la naturaleza ética de la revolución que se está demandando, defendiendo el valor de la ciudadanía frente a la opaca gobernanza que se viene ejerciendo sobre nosotros a partir de los dictados de los mercados financieros: "Europa para los ciudadanos y no para los mercados: No somos mercancía en manos de políticos y banqueros".
Sus planteamientos básicos podrían resumirse a través de dos líneas de reflexión. A través de la primera de ellas, se nos quiere hacer ver que los poderes establecidos luchan por imponer sus intereses, que son contrarios a los de la mayor parte de la población. Por ello, sobre políticos y banqueros se concentran los mensajes críticos de la plataforma, ya que, a juicio de sus integrantes y de un buen número de los ciudadanos, simbolizan los poderes que, en lugar de estar a favor del pueblo, juegan en su contra.
Por otro lado, la Reforma Constitucional recientemente aprobada en España, cuyo objetivo ha sido la introducción en la carta magna del "principio de estabilidad presupuestaria" (Artículo 135 de la Constitución Española) y establecer así un límite para el endeudamiento del Estado, es, para ellos, una prueba de esa connivencia entre poder político y poder económico. En este sentido, denuncian que, en una situación catastrófica, en la que estamos ya a un paso de alcanzar la fatídica cifra de 5 millones de parados, esa reforma se orienta como decíamos a asegurar el equilibrio presupuestario, olvidando la necesidad de financiar acciones que fomenten la creación de empleo. En esa misma línea, señalan que el equilibrio presupuestario se hará efectivo, no sólo eliminando políticas keynesianas, sino también recortando cada vez más los gastos sociales, en particular en áreas sensibles como la sanidad y la educación.
Democracia Real Ya, al igual que otros colectivos, ha conseguido establecer un código de comunicación, que permite elaborar y distribuir información, a través de un trabajo colectivo, evitando toda personificación y personalismo. Basándose en él transmiten la información que pueda ser interesante para los participantes en el movimiento y, en general, para cualquier ciudadano que observe su entorno con mirada crítica, poniendo de relieve a través de los casos concretos que recogen en ella los abusos de los poderes políticos y económicos. Como decíamos, sus mensajes y los de otros colectivos vinculados al Movimiento 15-M, han ido calando en la población, hasta tal punto que una encuesta encargada a la empresa de sondeos Metroscopia, por el diario "El País", da a conocer que el 73% de los españoles considera que básicamente tienen razón, mientras que un 54% los apoya de forma abierta[1].
En estos momentos, la convicción generalizada es que nos gobiernan los mercados y no los Estados, con lo que las instituciones que hasta ahora han canalizado la participación democrática aparecen ante los ojos de una gran parte de los ciudadanos como inoperantes. Como podemos leer en el Manifiesto "Democracia Real Ya", un documento al que puede atribuírsele un valor fundacional en el movimiento de los indignados, «el ansia y acumulación de poder en unos pocos genera desigualdad, crispación e injusticia, lo cual conduce a la violencia, que rechazamos». Concluyéndose acto seguido que, «el obsoleto y antinatural modelo económico vigente bloquea la maquinaria social en una espiral que se consume a sí misma, enriqueciendo a unos pocos y sumiendo en la pobreza y la escasez al resto»[2].
Dicho esto, es necesario subrayar que el problema inmediato no es tanto la permanencia del movimiento, deseada por una amplia mayoría, sino su articulación política. Resulta elocuente, en ese sentido, que al igual que sucedió en las pasadas elecciones regionales y locales de mayo de este año, en las que la participación fue del 66,23%, las encuestas sobre intención de voto revelan que la actividad del Movimiento 15-M no impedirá un alto nivel de concurrencia de la población en las elecciones legislativas del 20 de noviembre. La percepción que tenemos a día de hoy es que los votantes no quieren dejar pasar esas oportunidades para dar un voto de castigo al PSOE, al que hacen responsable en gran medida de la situación actual de la economía, aunque muchos piensen que la victoria del PP no conseguirá aportar soluciones a los serios problemas que atraviesa España. En resumen, en un contexto de desconfianza hacia las instituciones y de falta de credibilidad de las elites dirigentes, no se encuentran, sin embargo, canales que hagan posible el tránsito entre el clamor popular en las redes sociales y en las calles, por un lado, y las instancias de poder que tienen aún cierto margen de acción en la política actual.
Como han subrayado algunos analistas, el papel de los movimientos sociales no consiste en marginar y suplantar a los partidos políticos. Antes bien, su función sería la de poner en marcha nuevos canales de debate e influir en la toma de decisiones por parte de los poderes públicos[3]. En tal sentido, el Movimiento 15-M podría ser considerado como paradigmático. Sin embargo, ante la patológica situación que atraviesan las organizaciones tradicionales de representación y canalización de la acción política, esas funciones que se asignan a los movimientos sociales, en general, se quedan, a mi entender, cortas en el caso del 15-M.
En efecto, cada vez resultan más apreciables los efectos de desbordamiento. ¿Hacia dónde? Aún no lo sabemos. Zigmunt Bauman indicaba, en una reciente entrevista[4] que tal vez la tarea básica del 15-M sea "allanar el terreno para la construcción, más tarde, de otra clase de organización". Quizá, en el caso español, el inmediato futuro del 15-M dependerá mucho de la capacidad de generar ilusión o aumentar la frustración que demuestre tener el gobierno que saldrá de las elecciones del próximo 20 de noviembre. Si éste, como es previsible, enmarca su acción política entre las líneas marcadas por la ortodoxia neoliberal, es seguro que, lejos de evaporarse, el movimiento cobrará un impulso aún mayor.

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[1] Cfr. "El País", 23.10.2011.
[2] Manifiesto "Democracia Real Ya" (http://www.democraciarealya.es/manifiesto-comun/).
[3] Cfr. J.CASQUETE, El poder de la calle, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid 2006.
[4] Cfr. "El País", 17.10.2011

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